Resumen: Mónica. Jaramillo, una estudiante de 2ºESO de 16 años, sufría acoso escolar en el instituto de Torralba.
Sus compañeros se metían con ella, la marginaban, no la dejaban entrar en los baños, ni sentarse en el bus, todo porque veían a la muchacha más débil que ellos, menos sociable... El conductor intervenía varias veces para que dejaran un sitio a Mónica. La joven apenas iba a clase, llegó a tener 15 faltas en octubre. El padre de la alumna fue al instituto a denunciar ante el jefe de estudios la situación de su hija y le ofrecieron un cambio de clase pero no de centro porque no lo consideraban necesario.
Pasado todo esto Mónica se suicidó el viernes 9 de noviembre, la cogieron con vida por lo que estuvo casi 5 días ingresada en la UCI, finalmente Mónica murió.
Soy la madre de Mónica, una adolescente ecuatoriana de 16 años que está en 2º de ESO. Mónica ultimamente viene a casa sin ganas, triste, y su comportamiento es extraño. Me preocupa mucho, no tiene ganas de comer, y se encierra en su habitación, yo la oigo llorar y le pregunto que le pasa pero no quiere contármelo, no se si lo hará para no preocuparme ni a mi, ni a su padre ni a sus hermanos. Mónica siempre ha sido una niña tímida, por lo que le cuesta mucho abrirse y hacer amigos, también pienso que al mudarnos a España puede ser que esté triste porque echa de menos a la gente de allí, a sus amigos y familiares que siguen allí... Se me pasan muchas cosas por la cabeza, si será la edad, será en el instituto, problemas al relacionarse, o quizás seremos nosotros que no le damos la suficiente atención. A la hora de comer cuando nos reunimos todos, Mónica solía contarnos que tal le había ido el día, y nos contaba que a penas tenía relación con los del instituto nuevo, porque también hay mucha diferencia de edad, ella tiene 16 años y al estar en 2ºESO está con niños de 13, no conseguía hacer amigos. Pero ahora no nos cuenta nada, tampoco come... A mi me asusta que no coma, porque le puede traer grandes problemas. He hablado con mi marido de que le ocurrirá a nuestra hija, y nos hemos puesto de acuerdo en que un día hablaremos con ella los dos.
Hoy Mónica no ha podido evitar llorar al llegar a casa, y nos ha confesado que los problemas vienen del instituto, no consigue hacer amigos, nos ha contado que sus compañeros se burlan de ella por no ser de aquí, no la dejan que se siente en el bus y muchas veces le hacen ir de pie, o cuando quiere ir al baño, en más de una ocasión se han puesto una o dos niñas en la puerta para que ella no pueda entrar. Mi marido y yo queremos ir a hablar con el chófer del bus, que más de una vez ha tenido que intervenir para que dejaran un sitio a Mónica.
Hemos hablado con el, y nos ha dicho que Mónica siempre iba sola en el bus, veía como sus compañeros la trataban mal, se reían de ella y cuando se iba a sentar ponían las mochilas en el asiento y el tenía que decirle que le dejaran un sitio, pero al darse la vuelta echaban a Mónica del asiento.
Mi hija cada día viene más deprimida a casa, y hoy por fin, ha hablado conmigo del tema. Me ha dicho que va con miedo al instituto, cada día los insultos y el desprecio va a más. Que los profesores no actuaban cuando veían que Mónica lo estaba pasando mal, pasaba los recreos sola porque la marginaban. Cuando un profesor intervenía castigando a los alumnos, ellos la trataban peor, le decían “por tu culpa me han castigado”. Me duele mucho que la estén maltratando de esta manera solo porque la vean débil, o porque le cueste relacionarse, sobre todo porque sea ecuatoriana. Ahora ya entiendo sus 15 faltas en octubre, cuando decía que se encontraba mal, la llevábamos al médico y no tenía nada, solo era una excusa... Después de saber esto, no estoy tranquila mientras Mónica va a clase, me pongo a pensar en que cosas horribles le estarán haciendo eses niños. Después de una semana insoportable de dolor, he denunciado ante el jefe de estudios la situación de mi hija. Ese mismo día el orientador se reunió con ella, y solo le ofrecieron cambiar de clase pero no de centro, cosa que a mi no me parece justa, porque el maltrato no solo viene de los de su clase si no por parte de casi todo el centro. Mónica ha venido muy triste a casa por la noticia que le dio el orientador, que solo la cambiarían de clase, esta vez ha estallado por completo, a mi se me rompe el corazón cada vez que la veo llorar y me duele tanto que esté sufriendo esto casi tanto o más que como si lo estuviera sufriendo yo. Mónica me ha comentado el tema de que no merecía la pena vivir, yo perdí los papeles por completo, que tu hija te diga eso es... lo peor que te puede pasar en la vida.
A Mónica le gustan mucho las sorpresas, y salí esa tarde para hacerle una y que se olvidara del tema del instituto, pero al llegar Mónica no respondía a mis “Hija, ya estoy en casa, mira lo que te he traído”. Mónica se había suicidado, pero la encontramos con vida. Mi marido, sus hermanos y yo, estábamos totalmente dolidos, después de que ella estuviera casi 5 días en la UCI, muere. Lo que me lleva a caer en la depresión. Sus hermanos afirman con tristeza que echarán de menos a Mónica, y que nunca volverán a ser como antes, ni ellos ni nuestra familia. Mi marido cae en las drogas, y nuestra familia llega a ser un completo desastre. Se pierde la comunicación entre nosotros tras esta pérdida, que al igual que Mónica se preguntaba, me pregunto yo, ¿merecerá la pena vivir así?
Hoy Mónica no ha podido evitar llorar al llegar a casa, y nos ha confesado que los problemas vienen del instituto, no consigue hacer amigos, nos ha contado que sus compañeros se burlan de ella por no ser de aquí, no la dejan que se siente en el bus y muchas veces le hacen ir de pie, o cuando quiere ir al baño, en más de una ocasión se han puesto una o dos niñas en la puerta para que ella no pueda entrar. Mi marido y yo queremos ir a hablar con el chófer del bus, que más de una vez ha tenido que intervenir para que dejaran un sitio a Mónica.
Hemos hablado con el, y nos ha dicho que Mónica siempre iba sola en el bus, veía como sus compañeros la trataban mal, se reían de ella y cuando se iba a sentar ponían las mochilas en el asiento y el tenía que decirle que le dejaran un sitio, pero al darse la vuelta echaban a Mónica del asiento.
Mi hija cada día viene más deprimida a casa, y hoy por fin, ha hablado conmigo del tema. Me ha dicho que va con miedo al instituto, cada día los insultos y el desprecio va a más. Que los profesores no actuaban cuando veían que Mónica lo estaba pasando mal, pasaba los recreos sola porque la marginaban. Cuando un profesor intervenía castigando a los alumnos, ellos la trataban peor, le decían “por tu culpa me han castigado”. Me duele mucho que la estén maltratando de esta manera solo porque la vean débil, o porque le cueste relacionarse, sobre todo porque sea ecuatoriana. Ahora ya entiendo sus 15 faltas en octubre, cuando decía que se encontraba mal, la llevábamos al médico y no tenía nada, solo era una excusa... Después de saber esto, no estoy tranquila mientras Mónica va a clase, me pongo a pensar en que cosas horribles le estarán haciendo eses niños. Después de una semana insoportable de dolor, he denunciado ante el jefe de estudios la situación de mi hija. Ese mismo día el orientador se reunió con ella, y solo le ofrecieron cambiar de clase pero no de centro, cosa que a mi no me parece justa, porque el maltrato no solo viene de los de su clase si no por parte de casi todo el centro. Mónica ha venido muy triste a casa por la noticia que le dio el orientador, que solo la cambiarían de clase, esta vez ha estallado por completo, a mi se me rompe el corazón cada vez que la veo llorar y me duele tanto que esté sufriendo esto casi tanto o más que como si lo estuviera sufriendo yo. Mónica me ha comentado el tema de que no merecía la pena vivir, yo perdí los papeles por completo, que tu hija te diga eso es... lo peor que te puede pasar en la vida.
A Mónica le gustan mucho las sorpresas, y salí esa tarde para hacerle una y que se olvidara del tema del instituto, pero al llegar Mónica no respondía a mis “Hija, ya estoy en casa, mira lo que te he traído”. Mónica se había suicidado, pero la encontramos con vida. Mi marido, sus hermanos y yo, estábamos totalmente dolidos, después de que ella estuviera casi 5 días en la UCI, muere. Lo que me lleva a caer en la depresión. Sus hermanos afirman con tristeza que echarán de menos a Mónica, y que nunca volverán a ser como antes, ni ellos ni nuestra familia. Mi marido cae en las drogas, y nuestra familia llega a ser un completo desastre. Se pierde la comunicación entre nosotros tras esta pérdida, que al igual que Mónica se preguntaba, me pregunto yo, ¿merecerá la pena vivir así?
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